22 julio, 2011

Fénix tornazul




Al abrir los ojos, una suave y nublada voz de mañana entra a pasos lentos por una ventana.
SE   R E S P I R A    L I B E R T A D

Todo error ha sido enmendado sin violencia, sin agresión y los aciertos dieron y seguirán dando sus frutos.

Nada es blanco, ni negro, ni escala de grises... también hay colores.

Cada palabra ahora cae como una práctica de vuelo y las imágenes borbotean en un ojo de agua con sus propios aires y sonidos.

Hay voces de torrencialidad que nos revelan el pasado y el futuro. Cada tinta engarza algo del alma, cada letra lleva tatuado un suspiro y en cada frase no hay sino la búsqueda de una mirada que lea. Son los ojos del lector, su aire es el que da vida a una hoja de luz, que hace latir estas palabras que insinúan un diálogo de quien escribe con quién lee.

Así trazamos nuestros pensamientos. Así se engarzan en una danza que toma sus propios vuelos en la lectura, el pensamiento deambula en su propio sueño y la tinta solo suspira una historia que es en realidad todas las historias. Situados en este punto cero, pasado a la izquierda, presente a la derecha y un futuro al frente sólo debemos dar un paso en espiral para alcanzar el límite del universo.

Aquí en este vacío es que se inicia todo, en este blanco que posee sus propios latidos que están a punto de iniciar, ¿los escuchas? somos tú y yo, en otro espacio donde no hay ni tú, ni yo, sólo la tinta hablando de sus propios mundos. Quizá un primer paso extraviado quedó atrapado en las pestañas y en la yema de los dedos se guarda una memoria tangible que relata su propia mirada de quien observa.

Es el redactar de aires azulados y nocturnos que durante la mañana dan a la piel del ave un vuelco del alma. Es una luna hecha hojuelas que ante una mirada busca trazar sus propias nocturnidades y esconder estrellas y lágrimas.

Ante un primer paso el ser tiembla sus propios derrumbes. Un ayer hecho escombros que abandonó indaga en el viento. La marea marca el rumbo de las palabras, deambula en aquella melodía de montaña, así es el olvido y su memoria.

Final o principio, un mismo punto de partida. Y la tierra del ayer hurga y escarba su hiedra, sus rocas. Imagen escondida que se revela en una tinta que fluye torrencialidades y abre sus propios cauces en la hoja que escribe como si desplegara sus alas de cielo.

Vencidas las grietas de la noche por una palabra renacida del fuego; las líneas son ave fénix azul que se trueca en aleteos de Quetzal tornazul. Revolotea la orilla del universo e indaga esa mirada que da rumbo a otros cielos.  Es la lectura la que le da sentido a toda la existencia de la tinta. Ave de la memoria.

                                                                                                   L'letraferit /  ©Lucía de Luna
















3 comentarios:

  1. Cómo la luna, recorró el universo a fragmentos y eso me da diferentes pieles dependiendo del ánimo de los vientos en el cielo...

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  2. lo acabo de leer detenidamente, puede ser una el comienzo de un viaje desde tu interior hacia el exterior ( los lectores ). Me gusta

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