08 marzo, 2018

Infructuosa práctica de vuelo




Hay un cristal en el cielo que se sueña, en el vuelo que se levanta,
y el ascenso remonta las esferas del aire y su vacío,
las plumas planean, esquivando los filosos acantilados del firmamento
pero ese cristal es un enorme monstruo transparente en la bóveda del infinito,
abre sus garras como una red que acapara todo y engulle hasta el más breve suspiro.


En las alturas del universo
el ave descubre que no hay edén,
no hay paraíso alguno en el cual aterrizar,
sólo existe el vértigo de la caída,
y la transparencia asfixia,
desploma el ave arrancando su aliento,
con el derrumbamiento se desploman una a una,
sus azules plumas, sus azules palabras.
Los vuelos no giran,
sólo son áridos ocasos del horizonte.
El ave cae brutalmente
con todos los sueños quebrados del aire,
uno a uno, van cayendo los diáfanos ladrillos de la quimera.


El vuelo fracasado cae con sus despojos que se estampan con gran fuerza en la arena del tiempo,
pobre pájaro iluso que en su declive se transmutó en un simple desprendimiento del polvo,
toda su divinidad ahora sólo es un montón de hojas secas que se desgarraron del cosmos,
trozos quebrados de una esfera rota con la cual, apisonar el camino.

La tinta, ya no es aliento, no queda ni un solo destello que ilumine por un instante aquel silencio,
la voz de la tinta queda quieta, callada, no es ni palabra, ni remordimiento, ni herida que sangra.

Esa triste ave herida, despojada de todo su hálito, ni siquiera es un trozo de olvido,
aquí no hay quien extrañe, ni su canto, ni su vuelo,
aquí no hay nadie que note sus arañazos de nube,
y el viento herido, gime su tormenta, pero continua su lento deambular
tirando los destellos del atardecer.


L'l  8.mzo.'18










Imágenes: Picasso y foto:David Henríquez García.