El alba arranca con las uñas del sueño, las largas cortinas de aquella olvidada nocturnidad.
Desde las orillas de la tinta,
atisban unas pocas palabras de hielo,
lágrimas de las brasas del infinito.
Es el samsara, quien revela su diurno rostro,
resquebrajando la oscuridad.
L'l
Duro amanecer que dejará un rostro por abrir.
ResponderEliminarUn saludo
Pero como los amaneceres, cada mañana traerá nuevo oleajes.
ResponderEliminarUn abrazo con cariño y amistad.