Inanna
Reina de todos los poderes concedidos
Desvelada cual clara luz
Mujer infalible vestida de brillo
Cielo y tierra son tu abrigo
Eres la elegida y sacrificada, Oh tú
Grandiosa por tus galas
Te coronas con tu bondad amada
Suma sacerdotisa, eres justa
Tus manos se aferran a los siete poderes fijos
Mi reina, la de las fuerzas fundamentales
Guardiana de los orígenes cósmicos y esenciales
Tú exaltas los elementos
Átalos a tus manos
Reúne en ti los poderes
Aprisionándolos en tu pecho
Esculpes cual depravado dragón
Con tu veneno llenas la tierra
Aúllas como el dios de la tormenta
Cual semilla languideces en el suelo
Eres río henchido que se precipita bajo la montaña
Eres Inanna
Suprema en el cielo y la tierra.
Estos versos se escribieron cerca del año 4,000 A. C., ni siquiera fueron escritos en tinta sino con punzón en tabletas de arcilla, son fragmento de palabras labradas con la voz de Enheduanna o Enkheduanna, no sólo fue mujer y la primer poeta de la que tenemos conocimiento en la historia; sino también sacerdotisa y teóloga. Era Acadia, hija del rey Sargón de Akkad, nombrada por su padre como suma sacerdotisa de Nanna o Nannar, el dios-Luna sumerio, una de las mayores divinidades del panteón mesopotámico, en Ur.
Si se gira un poco el punto de vista, el sol son los ciclos diarios y cotidianos pero la luna representa los ciclos más largos, los relacionados a la perennidad y a la trascendencia del alma, son el vínculo entre vida y “un más allá”, revelado sólo a los elegidos e iniciados. Con este poema de Enheduanna queda evidente como la raíz de poeta y vate, que significa tanto adivino como poeta se vincula entre la profecía y la palabra, es el que nombra porque posee el poder para contactar el alma y logra generar con sus visiones una conexión entre el mundo vivo y el mundo del espíritu. Por ello, la sacerdotiza, escribas y pitonisas es poseedora de una comunicación divina y del conocimiento. Sin embargo; a pesar de su talento e importancia Enheduanna o Enkheduanna fue expulsada del templo y desterrada, dejando tras de sí estas palabras que han sobrevivido como testimonio de su lamento:
“Yo, la que alguna vez se sentó triunfante
fui arrojada del santuario,
como una golondrina (Lugalanne) me hizo volar por las ventanas,
y mi vida se fue consumiendo.
El me hizo caminar sobre las breñas al borde del desierto
Me arrancó la corona
y me dio daga y espada: “esto es para tí” -me dijo.
Referencias:
Artículo amplio para profundizar en el tema:
Yo hablo porque tú meces los follajes diría Octavio Paz milenios después de Enheduanna pero la transmutación del espíritu sigue siendo el mismo latido sin tiempo, ni orillas.
Si hay problema de visión del poema aquí el enlace al fragmento:
https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=xn4KeUQkEV8
poema completo en voz del autor:
https://www.youtube.com/watch?v=XI2fhqEeWPQ
Poema completo:
http://www.poesi.as/op17058.htm
https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=xn4KeUQkEV8
poema completo en voz del autor:
https://www.youtube.com/watch?v=XI2fhqEeWPQ
Poema completo:
http://www.poesi.as/op17058.htm
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