06 octubre, 2019

Quimera




La lluvia de la tarde grita abandonos
silencios que se estampan ferozmente
contra el asfalto, astillando al viento.

Esta tarde es como aquella noche,
se mueve como nube seca,
deambulando su propia ruina,
su voz cae en gotas enardecidas
en que flotan las certezas rotas,
y sin remedio alguno, se estampan
contra el seco silencio del exilio.

No hay tierra, ni raíces en la diáspora,
y la voz de la montaña, es una anciana
que grita a la lejanía su follaje de llantos
como una plegaria de hojarasca esmeralda.

Los árboles ha sido desterrados
como la tinta, tu voz y sus ecos,
y aquel cielo, ahora lo sostienen
gigantes metálicos de luz y rayos.

En estos confines sólo el gato escucha
los lenguajes del agua y el viento,
sólo los gatos entienden la bruma
que se esconde utopías y parias,
en un grisáceo hielo de lejanía.

                                                           

                                                                   L'l / ©Lucía de Luna

2 comentarios:

  1. La melancolía bellísima de un tiempo, y de una época. Los sueños que resultan rotos son el infierno en el alma, por eso, con el otoño, reviven a veces.

    Un abrazo

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    Respuestas
    1. Gracias, también vi tu mensaje de "Esa luz acaba siendo estrella fugaz, qué bella imagen para un ave herida", sólo que después descubrí que ya lo había publicado, creí que estaba en borrador, mil gracias también por esas palabras, esa entrada la he quitado para evitar repeticiones.

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