08 diciembre, 2013

Elegía


In memoriam, 




El tiempo predestinado engulló su último suspiro,
sólo quedan palabras trazadas en la tinta de la página,
la memoria se petrifica con una sonrisa en el recuerdo,
es la memoria lo que alienta a escribir su propios oleajes.

Hay una honda marea inundando el alma,
y en el acantilado de la partida, cae un silencio.

Ni noche, ni día, ni atardecer, ni amanecer.
Hay un último latido perenne que sostiene el aire,
hay una lágrima viva que late quebrando los huesos.
Hay una copa de vino dulce con el cual recordar tu charla.

Y el vacío se viste de blanco, de luz, de agua en calma,
hay un camino de paz en el cual se deshilan los versos,
y se van entretejiendo las miradas en el recuerdo,
la voz y los consejos dados quedan ahora impresos en el alma.

¿a qué dios, ángel o sueño debo agradecer las charlas que tuvimos?
Sé bien que el destino desarraigando los senderos nos deja unidos en el viento.
Y el tiempo no podrá desbaratar tus palabras de tinta impresa en mi memoria,
y a pesar del frío, de la tristeza, siempre tendré un ramo vivo de no me olvides.






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