Luz sola, errante, deambula el aurora,
conjura verdes temblores entre hojas.
El amanecer fue frío, lloroso,
como sólo la lluvia sabe llorar,
se enmarañó al canto de las aves del paraíso
que custodian el secreto de árboles,
y montañas azules, en larga lejanía de la mirada.
conjura verdes temblores entre hojas.
El amanecer fue frío, lloroso,
como sólo la lluvia sabe llorar,
se enmarañó al canto de las aves del paraíso
que custodian el secreto de árboles,
y montañas azules, en larga lejanía de la mirada.
En esta orilla del fin del mundo,
el aliento queda postrado al vacío,
ausencia danza por un filoso acantilado,
donde se despeñan miradas y labios,
son enigmas de un beso de tierra húmeda,
entregada en azules verdores, grietas del amanecer,
y el águila del cielo, canta círculos de viento y tormenta.
el aliento queda postrado al vacío,
ausencia danza por un filoso acantilado,
donde se despeñan miradas y labios,
son enigmas de un beso de tierra húmeda,
entregada en azules verdores, grietas del amanecer,
y el águila del cielo, canta círculos de viento y tormenta.
L'l
Fotos: David Henríquez García
Besos y caracolas por el acantilado, desnudo amanecer lluvioso y frío. Ausencias al galope, lluvias de rocío caducado. Letanía de jirones desbrozados. Silencio, noche, despertares. Alunizajes de soledad y hastío.
ResponderEliminarBello, y mucho, tu poema. Me animé a seguir el hilo de la cometa de unos versos exquisitos.
Un fuerte abrazo
Que bonitas palabras, gracias.
EliminarUn abrazo con mi amistad
Cantos que desenmarañan las nubes y sueltan los vientos.
ResponderEliminarBesos.
Gracias por leer, te mando un beso.
EliminarUn poema visual, lleno de sensibilidad y del color de la melancolía y el enigma.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias. Un abrazo.
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