25 septiembre, 2011

Lecturas insospechadas ALTOLAGUIRRE


Lecturas insospechadas ALTOLAGUIRRE

Recomencemos pues el trabajo, es casi 26, la hoja permanece aguardando y me pregunto:
¿Cómo construye el mundo la mirada del poeta?
¿Es que acaso la lectura es un intento por deconstruir ese mundo...?
Todo poeta deambula en el mundo como voz de un viento ajeno
No hay palabras para trazar la luz ni enganchar la mirada,
Sí, los poetas no nacen, ni se mueren,  ni los asesinan.
Nada puede tocarlos, ellos simplemente deciden echar a andar en la niebla...

Altolaguirre es toda una revelación de la tinta y su manejo de la imagen entretejido en los latidos del sueño, han creado hecatombes en mi respiración, hoy quiero compartirles estos poemas escritos por él:


POEMAS DE ALTOLAGUIRRE:




Beso

¡Qué sola estabas por dentro!

Cuando me asomé a tus labios
un rojo túnel de sangre,
oscuro y triste, se hundía
hasta el final de tu alma.

Cuando penetró mi beso,
su calor y su luz daban
temblores y sobresaltos
a tu carne sorprendida.

Desde entonces los caminos
que conducen a tu alma
no quieres que estén desiertos.

¡Cuántas flechas, peces, pájaros,
cuántas caricias y besos!



Contigo

No estás tan sola sin mí.
Mi soledad te acompaña.
Yo desterrado, tú ausente.
¿Quién de los dos tiene patria?

Nos une el cielo y el mar.
El pensamiento y las lágrimas.
Islas y nubes de olvido
a ti y a mí nos separan.

¿Mi luz aleja tu noche?
¿Tu noche apaga mis ansias?
¿Tu voz penetra en mi muerte?
¿Mi muerte se fue y te alcanza?

En mis labios los recuerdos.
En tus ojos la esperanza.
No estoy tan solo sin ti.
Tu soledad me acompaña.





El ciego amor no sabe de distancias...

El ciego amor no sabe de distancias
y, sin embargo, el corazón desierto
todo su espacio para mucho olvido
le da lugar para perderse a solas
entre cielos abismos y horizontes.
Cuando me quieres, al mirarme adentro,
mientras la sangre nuestra se confunde,
una redonda lejanía profunda
hace posible nuevas ilusiones.
Ser tuyo es renacerme porque logras
borrar, hundir, que se retiren todos
los espejos, los muros de mi alma.
Blancura del amor. Con cuánto fuego
se anunció tu presencia. Tengo ahora
la luz de aquel incendio y un vacío
donde esperar, donde temer tu vida.




Tus palabras

Apoyada en mi hombro
eres mi ala derecha.
Como si desplegaras
tus suaves plumas negras,
tus palabras a un cielo
blanquísimo me elevan.

Exaltación. Silencio.
Sentado estoy a mi mesa,
sangrándome la espalda,
doliéndome tu ausencia.



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