29 noviembre, 2013

Cazador de vuelos I



Abrir la mirada, como el viento abre su propio diálogo de silencios, trazos de infinito. Sólo la nube es apertura de cielo en luz. Mirar, sólo mirar, vacío en que flota el canto, voz extendida como alas de sol y luna revoloteando destinos.

Beber agua de un surtidor como quien bebe vida en gorjeos y, gozar de las semillas, dorados trozos donde la mañana vierte sueños. Disfrutar de las semillas, secretas y pálidas, como voz de lluvia. Cazar entre la hierba el rocío. La mirada espía, en secreto, se agazapa la voz del vuelo en sus propios giros de vacío.

La piel de la tierra se extiende bajo la mirada. Nervaduras de bosque donde mar y río se unen en un abrazo de aguas dulces y saladas. Navegar en neblina es hurgar la voz, deseo secretamente extendido con la mirada fija en la lejanía de vuelos y tinta. Danza de viento en pacto de luz y cielo; así es como el planeo traza los secretos del atardecer.







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