09 diciembre, 2014

Trastierro de la ceniza



Cuando un ángel baja al mundo se abren las llagas de la tierra y brotan los vacíos. Aquí no habita aquella desolada quimera, continua caminando, esta sólo es tierra de extravíos donde los espejismos son piel de nube que astillan todo anhelo. Ten cuidado, aquí las palabras queman el alma, entre flamas y cenizas terminan trasterradas las tintas y sus latidos. Y no hay manera de arrancar ni un nombre, ni un recuerdo, de los escasos vestigios.

 Sigue tu camino peregrino y no tropieces con las piedras, que si se abren, de sus adentros brotan las lágrimas de Circe, ese ingenuo pichón que intentando escapar de laberintos de viento, el sol le cercenó mirada y vuelo. Ave tonta que deambula el destierro. Se desgarró sus plumas en giro y canto suplicando perdón al divino mar, ensordecido por su propios oleajes. El cielo, látigo implacable, le derrumbó sobre su vuelo toda la intemperie. Ahora, ya no quedan, sino despojos del tiempo y la arena. 

Esta tierra, trastierro de la ceniza, engulle toda la sal y su recuerdo. En este páramo, las ánimas deambulan en transparencia de olvido...





No hay comentarios:

Publicar un comentario