21 diciembre, 2014

Violeta III

Su voz llega a ti vestida de café que revienta en el agua hirviendo, sale y te hace señas para invitarte. De cerca te parece muy pequeña, frágil, casi quebradiza, pero sus ojos te obligan a bajar la vista y respirar profundo.

- Sabe maestra, yo mandé a mis nueve hijos a la escuela con café, maíz y frijol. Aquí, sólo la tierra nos acompaña.

Su voz retiembla como barro firme que aguanta las llamas de la leña, del hambre de saberse arrinconada. Te cuenta que los niños no se registran antes de los 6 años:

- Es caro ir a la cabecera municipal con todo el mundo y pequeños no aguantan el viaje a pie, además..., siempre está el peligro de que mueran de frío en el invierno y entonces ¿para qué sirvió tanto gasto por registrarlos?

- ¿Quién?, No maestra, ése señor no ha venido, sólo vino una vez un ingeniero que usaba jabón perfumado, nos echó a perder varias cosechas y se logró escapar poquito antes del desastre, si no, no sale. Sí que la vimos cerquita, con decirle que hubo hasta muertos. Después de eso, nadie ha vuelto y si alguien viene, no lo dejamos entrar aunque el padre lo pida. Una vez vinieron unos de batas blancas, el padre nos convenció de dejarlos inyectar a toditítos los escuincles, a muchos les dio fiebre y todos nos enojamos y asustamos. Aquí al que le da fiebre se muere. Ya los querían linchar pero quién sabe a qué santo o si fue con el meritito demonio a quien se encomendaron porque no se murió un solo niño. Nadie los acompaño al camino, quien sabe si llegaron, eran como cinco.

Habla. Sus palabras parecen mezclarse con la masa que se extiende en el metate. Al hacer una tortilla, te parece que está creando un ave que danza con el vacío y aterriza por su deseo en el comal. Prepara café y lo endulza. Unas veces come nopales, otras frijoles, hay un polvo amarillo que pinta el agua, le pone chayote en tiras y se come una vez a la semana.

Su voz se mezcla hasta ser parte de los chispazos de la leña que muere en llama viva. Te cuenta que la regalaron a los dos años, que no sabe quienes fueron sus padres o si se la robaron, que nunca fue a la escuela, que el español lo aprendió hasta los veinte años en que le tocó salir a vender por la brecha que entre todos abrieron.

- Hace años nadie salía, aquí estábamos. Cuando hicimos el camino por donde llegó tuvimos que hasta pelear con el gobernador, nos querían detener, dizque era ilegal que nosotros lo hiciéramos, ¿pero quién más lo iba a hacer si estamos aquí arrinconados? Sólo para ir a la cabecera municipal hacíamos hasta cinco días atravesando el monte, con todo y bultos. Ni siquiera un animal para ayudarnos porque hay lados que están rete difíciles, sólo que uno le sepa, se puede. El camión que la trajo, no nos lo dio nadie, entre todas las comunidades nos fuimos cooperando, todos le entramos, apretándonos la garganta todavía más. Ahora vamos y venimos el mismo día, sale temprano por la mañana y pasa por todos lados y nos lleva, en la tarde vuelve a pasar de regreso.

                                                                                                                                      L'l


1 comentario: