El mundo se construye de tiempos marcados por trece.
El designio de la fortuna refleja el destino.
Y la piel del universo arde en silencio,
se desangra la palabra ardiendo a 450°;
pero nadie ha dicho aún
¿a qué temperatura deberá arder el alma
en la desdicha lejana de tu mirada?
©Lucía
de Luna
Trece veces intente decírtelo,
ResponderEliminartrece veces me desangre,
trece veces vi la luna sobre la sangre,
trece veces las llamas la consumieron,
trece veces me miraste,
y trece veces se perdieron en la negrura del universo.
232 ºC (450 ºF).
ResponderEliminarMis panes se hornean a esa precisa temperatura. En ellos sólo uso harina, masa madre, agua, sal. Y mucha alma, amor y paciencia. O eso intento. El resultado es alma horneada, humeante, sabrosa, cotidianamente vital.